Refrescante, lúcido, sorprendente, apañado, caracolizante, reflexivo, apasionado, contemplativo, pausado, frenético, colifloresco... mi mundo y yo.

Zúhmántico: Se dice de aquella persona, ser o cosa enamorada de la vida, capaz de transformar momentos y situaciones vividas en simples y exiguas palabras y con la habilidad de ver el doble sentido de toda frase, comúnmente conocidos como romanticones.

Actualmente trabajando en esto: Zúh Malheur Bonheur.

Un ser bípedo, gracioso, crítico, osado, amoroso cuando se deja, con un montón de cosas por decir y con un contenido sentido de la austeridad verbal.


19 abr 2015

Ayuda manual

¿No es irónico buscar una autoayuda en algo externo y ajeno a ti? ¿Por qué se llaman libros de autoayuda entonces? Si esto fuese cierto, sólo ayudaría al escritor (a forrarse).

10 abr 2015

6 abr 2015

Zúhcabulario XLII

Follisiesta: Siesta en pareja con improvisados resultados sexuales. Si es una pareja más consolidada, se le denomina 'siestamor'.

3 abr 2015

Tenemos dos orejas y una lengua para que podamos escuchar más y hablar menos.

Diogenes

Los videojuegos: ¿el octavo arte?

Hola. Me llamo Sonia y soy una ignorante. Ya lo he hecho, es el primer paso para solucionar un problema: reconocerlo. Y no veas qué alivio. Me he dado cuenta de que la mejor manera de aprender es reconocer lo poco que se sabe. Es más, la única manera de no caer en errores recurrentes es cuestionarse si lo que crees saber es verdad.

Desde que voy por la vida consciente de mi ignorancia he descubierto un millón de cosas buenas. Y es que como no sé si es verdad lo que sé, lo pregunto. Algún sabio ignorante ya dijo una vez que no hay preguntas tontas, si no tontos que no preguntan… Sin ir más lejos, me andaba yo ayer preguntando si sería razonable decir que el videojuego es el octavo arte… Y me puse a escribir un post, con unos razonamientos de lo más lúcidos y creíbles. Una cosa fina, fina. Os hubiera encantado.

Entonces me acordé de que soy una ignorante, así que me puse a indagar… Resulta que el “octavo arte” está ya más o menos adjudicado: a la fotografía (aunque algunos siguen defendiendo que es la televisión). Y el noveno también: el cómic, aunque se las tiene que ver con la radio. A la gresca andan por el puesto 10 los videojuegos, el graffiti, el vídeo… Bueno, en realidad, depende. Algunos no han aceptado lo de la fotografía y me he encontrado a la gastronomía en esta posición. Y hay muchos que, como yo, le guardaban el puesto al videojuego. Parece que lo del cine nadie lo discute… Ale, a tomar por saco el post.

Ante este panorama me pregunté qué era en realidad eso de las “Bellas Artes”, esas seis artes a las que nadie discute su posición. Y resulta que es una convención que viene del siglo XVIII, cuando a un señor francés se le ocurrió unificar los criterios de belleza de las distintas artes, creando la categoría de Artes Mayores para aquellas que elevan el espíritu, emocionan, tocan la fibra… Tras algunas discusiones la lista definitiva quedó así: escultura, arquitectura, música, danza, pintura y literatura. Y casi 300 años duró esta clasificación hasta que llegó el nervioso siglo XX, el siglo de la velocidad, de los avances y del no estarse quieto ni un lustro de ná, cuando otro señor, Ricciotto Canudo, publicó el ensayo “Manifiesto de las siete artes” para defender la entrada del cine en ese selecto grupo de las artes bellas y abrió la puerta para que los seguidores, defensores y estudiosos del resto de artes se empecinaran en colocar a la suya lo más alto posible…

La cosa se ha agravado en el siglo XXI, el siglo de la infoxicación. Ahora como todos podemos decir lo que nos venga en gana, los ignorantes conscientes no encontramos la manera de salir de nuestra ignorancia con garantías. Y es que yo, cuando no sé cómo se escribe algo, le pregunto a la RAE, pero, ¿a quién le pregunto los elementos de la tabla periódica de las artes? ¿Quién me puede definir lo que es bello? (Yo estaría más cómoda con los cánones de belleza de la época de Rubens…).

El caso es que después de indagar un poco y pensar un poco más por mi cuenta he llegado a la conclusión de que los videojuegos no deberían ser un Arte Mayor. Ni el octano, ni el noveno, ni el décimo arte. Lo que tienen en común las artes mayores es que son únicas. Si el teatro no está en esa lista es porque se entiende que el teatro es literatura, música y danza, en un todo en uno (esto ya se discutió en el siglo XVIII). El cine sería como el teatro, pero en lata y la fotografía equiparable a la pintura: captar un momento, una mirada o un hechizo de luz, utilizando eso sí, distintas tecnologías, aunque la esencia sería la misma y la necesidad de una mirada sensible más importante que la técnica.

Que los videojuegos son una expresión artística no creo que genere dudas. El videojuego lo tiene todo: literatura, música, danza, escultura, arquitectura y pintura. Todo, todo. Quizá no sea un Arte Mayor, pero probablemente sea la mayor de las artes. Sin embrago, sí hay una cosa que me sigue preocupando. Para admirar un edificio, una escultura, cuadro, una melodía, a un bailarín o un poema sólo necesito mis sentidos. Para disfrutar de un videojuego necesito una consola… Una tecnología, además, que debe actualizarse. Puedes leer un libro en un pergamino o en un e-book, pero el libro es el mismo. A las malas, te puedo recitar un poema o cantarte una canción (si lo soportas)… Esculpir en la arena de la playa con mis manos, pintar con los dedos. Para jugar necesito una consola compatible con el juego en cuestión (o esperar a que saquen el remastered). ¿Podría ser la tecnología la clave que aleje a los videojuegos del arte o siguen siendo arte a pesar de la tecnología? Ay, qué difícil es ser ignorante, siempre dándole vueltas a las cosas. La suerte es que los ignorantes siempre podemos aprender cosas nuevas. Los que lo saben todo se deben aburrir muchísimo.

Sonia Herranz