"¿Hola? ¿Dónde estoy? Vaya... esto está muy alto, y muy borroso...
Parece que no puedo moverme... espero no estar muerto" .
Y allí estaba, incrustada entre una quebradiza rama y un nido de pájaros vacío; una simple hoja un poco deteriorada la cual acababa de despertar de un sueño que ni ella misma recuerda.
La hoja pensaba y pensaba, pero no sabía qué hacía allí, y algo mucho peor; no sabía quién era. De pronto, le vinieron retazos de su pasado, en aquellos retazos vio a un hombre de estatura media, cabello rubio y en punta, vestimentas rojas y unas gafas que lo hacían fácil de reconocer. También recordó su nombre; Lye.
Después de todos los pensamientos que inundaron "la cabeza" de la hoja, unas extrañas (y extravagantes) gafas le aparecieron bien colocadas, suponiendo que aquel extraño hombre llamado Lye era la hoja, pero... ¿¡cómo había llegado allí!?
Unos minutos después, una ligera brisa hizo a la hoja caer del árbol lentamente. Mientras caía, observó que, increíblemente, las demás hojas del árbol, se hacían marrones y caían muy rápidamente, como si fueran de plomo.
La hoja aterrizó suavemente sobre la cabeza de un perro, más concretamente un Shar Pei, y escuchó una voz que decía: "Qué hambre tengo... qué malo es esto de que tu dueño esté durmiendo..." Efectivamente, eran los pensamientos de aquel vago perro. La hoja intentó hablar con él, pero lamentablemente no tenía voz, así que se puso a pensar una manera de comunicarse con aquel perro, y de pronto, el perro dio un fuerte ladrido y volvió a pensar: - ¿Quién está ahí? A lo que la hoja le contestó: - Soy yo, estoy en tu cabeza. El perro volvió a contestar: - ¿Eres mi cabeza? La hoja un poco molesta le dijo: - ¡Soy la hoja que está sobre tu cabeza, bola de pelo!, si quieres, puedes llamarme Lye. El perro totalmente confuso le dijo: - Está bien Lye, no sé exactamente lo que es un nombre pero los humanos suelen decirme Smash. Y bien, ¿cómo es que una hoja puede leer mis pensamientos? - Eso me gustaría saber, lo único que recuerdo de mí es que nunca antes fui una hoja, es más, me recuerdo como un humano, pero cuando me desperté ya estaba así, sin poder hablar ni tan siquiera moverme. - Entonces diría que eres... ¡UN ALMA! Pensó tan fuerte Smash que dudo que no le oyeran quienes pasaran por allí. - Un... ¿alma? Dijo Lye. - Sí, seguramente tu forma humana haya desaparecido y te has refugiado en lo que eres ahora; una hoja ¿Mi forma humana? - Sí, es decir, tu cuerpo, por lo que ahora eres solamente lo que recuerdas de ti. - Cada vez entiendo menos, bueno, ahora háblame un poco de ti, Smash. - Estoy esperando a que mi dueña despierte... parece que alguien le disparó en la cabeza y como le sale mucho líquido rojo por la cabeza no se despierta. Lye pensó no decirle al pobre perro que a su dueña la habían asesinado y le propuso ir a dar una vuelta ya que la hoja no podía moverse por sí sola.
Lye y Smash estuvieron caminando sin mediar palabra alguna, bueno, sin mediar pensamiento alguno por así decirlo. La situación de Smash le hacía dudar mucho a Lye; el pobre perro no sabía que su dueña había muerto, sin embargo, él tiene la fe de que despertará. Cuando llegaron a la carretera, Lye se percató de varias cosas; todas las tiendas habían cambiado, y algunas de ellas desaparecieron, pero lo más desconcertante era que Smash, ese bobo perro que sólo pensaba en comer, dormir y en la reencarnación de almas, ¡había desaparecido!
Lye cada vez entendía menos de lo que pasaba y se dedicó a esperar y pensar sola e ignorada a pie de la carretera a que algo sucediese o alguien la recogiera. De pronto, Lye oyó un gran ruido. Al parecer, un taxi había atropellado a alguien, pero con la gran multitud de personas que había, el humo y los coches, le era imposible para Lye ver quién era el atropellado. La gente parecía muy entristecida por lo que había ocurrido, pero uno de los hombres que había allí que parecía salir de la parte trasera del taxi, no parecía sentir ni la más mínima tristeza, es más, tenía una gran sonrisa de oreja a oreja más reluciente que el brillo del sol.
Ya había pasado más de veinte minutos cuando empezó a hacer viento y la hoja salió volando. Mientras permanecía en el aire, Lye meditó sobre lo que acababa de ocurrir: al caer del árbol, éste perdió todas sus hojas, y al ir hasta la carretera, algunas tiendas y Smash desaparecieron. Todos estos hechos le recordaron a alguien que conocía en su etapa de humano, un profesor que estudiaba las leyes del espacio-tiempo y la muerte.
Cuando dejó de soplar el viento, Lye aterrizó sobre una flor que estaba junto a una casa que parecía una oficina totalmente en ruinas y deteriorada. Algo que asombró a Lye fue que era por la tarde y ya casi se podía ver la puesta de sol. Lye se quedó mirando aquella casa cuando de repente escuchó una voz; "Qué envidia me dan aquellos que pueden moverse..." . Efectivamente, era aquella flor, un lirio blanco que envidiaba a los humanos y a los animales porque podían desplazarse. Lye le dijo: - No te preocupes, yo tampoco puedo moverme. - ¿Quién me habla? - Soy la hoja que está sobre ti, parece que podemos leernos nuestros pensamientos, por cierto, llámame Lye. - ¿Lye? ¿Llámame? Sea lo que sea, ¿quieres algo? En este momento me gustaría estar sola como siempre. - Oh, ya veo... pues sólo quería preguntarte algo antes de que me lleve el viento, ¿qué ocurrió en esta casa? - A esta casa solía venir mucha gente, pero un día salió ardiendo y uno de los que entraban no pudo salir y murió por el incendio. Después de que el lirio le contara la historia de aquella casa a la que iba mucha gente, el viento volvió a soplar sin darles tiempo a poder despedirse.
Esta vez volvió a ser de día y Lye acabó en un parque infantil. Había muchos niños jugando pero uno de ellos estaba sentado solo leyendo un libro de ciencias. El niño se acercó lentamente a Lye y se quedó mirándolo. Lye sintió algo muy profundo al ver a ese chico y volvió a recordar algo que dijo aquel profesor: "Las leyes del espacio-tiempo no se aplican a los muertos, pero éstos, al ser lo que son, al no existir, no pueden explicarnos lo que sienten". A todo esto Lye pensó; - Eso significa que... El chico interrumpió los pensamientos de Lye y la cogió porque le llamaba la atención una hoja con gafas. El chico dijo: - Que hoja más extraña. Lye le contestó: - Eh, de rara nada. El chico se quedó pálido por lo que acababa de oír e intentó contestar en voz alta: - Aunque seas rara tus gafas son muy bonitas y extravagantes. Lye le dijo: - Yo también pienso que son geniales mis gafas, pero como soy una hoja, creo que lo mejor será que te las quedes tú. El chico no entendía por qué estaba hablando con una hoja pero aceptó el regalo de Lye y se puso sus gafas. Lye le dijo: - No hace falta que hables, con pensar basta, chico. Por cierto, ¿podrías hacerme un favor? A partir de este momento, el chico empezó a pensar; - ¿De qué se trata? - Me gustaría que me llevases a un árbol que hay a unas pocas manzanas de aquí. El chico agarró fuertemente la hoja y se dirigió al árbol.
En el camino, ninguno de los dos mediaron apenas palabra alguna. Cuando estaban llegando al árbol, Lye se fijó en algo totalmente asombroso e increíble: el chico empezó a crecer hasta ser igual que aquel tipo de rojo que pensó Lye, es decir, él mismo, por lo que aquel chico del parque... ¡era él mismo cuando era pequeño! Tal y como explicó el profesor de los recuerdos de Lye; "Cuando se está muerto, no existe ni el espacio ni el tiempo, por lo que se distorsiona la realidad."
Lye intentó comunicarse con el Lye humano pero éste no le hacía caso. Al segundo de llegar al árbol, apareció aquel tipo que se alegraba del accidente y le dijo: -Ha llegado tu hora Lye, eres el último que queda y no permitiré que escapes, un sicario de tanto calibre como yo no puede desaprovechar esta oportunidad. - Adelante, mátame, disparaste a mi madre, incendiaste la oficina de mi padre e incluso hiciste que atropellaran a mi mejor amigo, Smash, pero esta vez no te librarás de la cárcel, con tanta gente en la calle será imposible que no te detengan. El sicario, llamado Lacheln, disparó a Lye, quien se desplomó en el suelo sin soltar la hoja, que justo en ese momento, también perdió el conocimiento. Lacheln provocó el pánico entre los que habían allí, pero fue detenido rápidamente por dos guardias que andaban por aquella zona. Después de todo este revuelvo, cuando ya se habían llevado el cuerpo de Lye, una golondrina cogió la hoja y la incrustó entre su nido y una rama.
Segundos después, un alma despertó en la hoja y dijo:
"¿Hola? ¿Dónde estoy? Vaya... esto está muy alto, y muy borroso...
Parece que no puedo moverme... espero no estar muerto".
2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario