¿Mi época adulta? No sabría decirte, a medida que me iba haciendo más y más mayor se me iba diluyendo el concepto de la adultez. Una relación estable, unas amistades que poco a poco se iban distanciando, casando o teniendo hijos, un mundo que gira demasiado rápido y no te da oportunidad para parar u poco y beber un vasito de agua.
En 2018 me fui a Sanlúcar de Barrameda tras volver de viaje a Ámsterdam (no, no fumé nada), bueno, nos fuimos, a trabajar en Doñana y cambiar radicalmente nuestra rutina diaria. Fue una experiencia dura, pero me enseñó mucho, aunque no la volvería a repetir, mi cuerpo no estaba hecho para aguantar ciertas personas. Para el cansancio físico sí, para el mental no. Ese mismo año creé una comunidad virtual de amigos porque las amistades de la vida real me resultaban complicadas y sabía que había personas por ahí que agradecerían un huequito digital donde poder socializar un poco.
El año 2019 vino como una continuación directa del anterior (evidentemente, ¿no?). Dejamos el trabajo en Doñana en plena temporada alta y comencé a trabajar, por fin, como profesor de inglés en una academia. Fue un año de reajustar todo lo perdido y de darle vueltas a muchas tuercas, pero de momento la cosa fluía bien. Volver a casa de mis padres tras haber sido un ser totalmente independiente fue lo peor de ese año, pero sabía que iba a ser temporal, o eso creía...
La pandemia de 2020 me golpeó duro. Me aisló de todo, me dejó vulnerable donde no quería estar y convirtió mi rutina en una espiral monocromática. Mi vida consistió en preparar clases online, darlas, sufrir muchas caídas de internet, terminar, volver a casa, regar las plantas en Animal Crossing y volver a repetir. Ese mismo año, tras el verano, volví a mudarme y tener casa propia, todo un respiro.
2021 y 2022 fueron dos años llenos de sorpresas buenas y malas por partes iguales. Dos años en los que comencé a descubrirme a mí mismo, a quitarme las máscaras que se me habían atorado en la piel y a ver la vida desde una posición fija; tumbado desde la cama mientras unos brazos invisibles me han impedido, hasta día de hoy, poder levantarme y... vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario