Imagina una escalera. Una escalera de peldaños grandes y contundentes, de la que solo eres capaz de ver el escalón en el que te encuentras, y a lo sumo, los últimos tres o cuatro escalones que subiste, y no hay ni rastro del siguiente escalón. Así es la vida. Una sucesión de escalones, uno tras otro, siempre en continuo ascenso, de la que solo sabes tu posición actual y los escalones que te llevaron a donde estás ahora. Así funciona este juego. ¿Con qué finalidad? Con la de jugar, simplemente: disfrutar del juego, de cada peldaño, de cada ascenso, de la dificultad, del esfuerzo empeñado en llegar hasta donde se ha llegado y se llegará, y llenar la escalera de más y más peldaños, con todo lo que ello conlleva.
Cada escalón es una etapa de tu vida. Cuantas más etapas superas, más escalones tiene tu escalera, y más has crecido. Hay personas que se crean la escalera con peldaños frágiles, con la idea de avanzar rápido y subir mucho en poco tiempo, pero corren el riesgo de que la escalera se les vuelva inestable. Hay otras personas que se esmeran en cada detalle de sus escalones, tratando de que todo quede perfecto, y al final convierten la escalera en un fin. Y hay otras personas, pocas pero las hay, que simplemente disfrutan de la escalera y lo que significa; que se dedican a ir construyendo la escalera a medida que van avanzando, afianzando cada escalón, sin rechazar ni avergonzarse de ningún escalón anterior, y deteniéndose cuando la ocasión lo merece para disfrutar de las vistas.
Nosotros, como dueños y creadores de nuestra propia escalera, somos los que tenemos la responsabilidad de seguir haciendo nuestra escalera más y más alta, a la vez que estable y segura. Pero hay ocasiones en las que te hace falta ver tu escalera desde fuera, para comprobar el estado de la misma; afortunadamente, siempre hay personas cuyas escaleras pasan cerca de la tuya, y se encuentran también en proceso de crecimiento, que te ayudarán a consolidar la estructura.
Pero al final, el próximo escalón depende de ti: eres tú quien tiene que construirlo, abordarlo, y subirlo. Plantear una meta o reto, afrontarlo, luchar, y superarlo. Solo así podrás seguir haciendo que tu escalera suba y suba. Y cuanto más alto, más alcance tendrán tus ojos.
Y esas vistas merecen la pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario