Llega el verano, os lo recuerdo por si se os ha olvidado, todos los cambios de estación son proclamados hayas vivido uno, viente, cuarenta o doscientos de ellos. ¿Y qué pasa? Pues... claro, yo siempre suelo hacer algo en el blog aprovechando los cambios, y... estos tres meses de calor agonizante que se avecinen no es que vaya a estar yo muy activo que digamos. No es que crea que vaya a estar ausente, es que voy a estar muy ausente, todos necesitamos un respiro y yo necesito publicar un poco menos hasta que el próximo otoño asome su cabeza despeinada y llena de hojas secas.
Y claro, ¡verano!, qué mejor etapa para dejar el blog también en las mejores manos de alguien que me acompañe. Y qué mejor persona que la que se ha ganado a pulso ser el protagonista de todos los veranos que he vivido desde que lo conocí. Es más, yo cambiaría el nombre de esta estación por su nombre, entonces sería así: otoño, invierno, primavera y Boli. ¡En efecto! Si sabemos qué es una regla de tres y tenemos una mínima proporción de cerebro en funcionamiento, sabremos que su nombre es Boli y no Julián.
No sé qué será de nosotros durante estos tres calurosos meses, pero quiero que sea dueño y señor del blog, independientemente de cómo nuestras vidas personales, tanto juntas como separadas, fluyan. Ojo, no he abdicado, que me han dicho que alguien cercano lo ha hecho, sino que he dividido la corona en dos trozos (ahora es cuando yo investigo sobre cómo una corona por la mitad puede quedar sujeta en la cabeza).
También cabe decir que justamente hoy es su cumpleaños, y necesitaba una excusa para escribirle algo aquí que fuese más original que lo del año pasado, así que mi regalo es este, dejarle toda la responsabilidad y honorabilidad de llevar un blog tan... indescriptible como es este.
El diseño del blog dará un cambio más grande cuando acabe el verano, estad atentos hasta entonces.
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