Crash Bandicoot 3 y Spyro 2. Sí, jugué a muchos juegos de Playstation 1 durante mi infancia, pero esos fueron los dos primeros. Ya había experimentado previamente la sensación de jugar con una consola en casa de algunos familiares, pero tener una consola en tu propia habitación, eso era otro nivel. Recuerdo que estaba perfectamente localizada frente a mi cama, sobre el escritorio, por lo que podía jugar tumbado sin ningún tipo de problema muscular. No dejaba de soñar.
Ese año comencé la educación primaria. No fue un año muy agradable, solía tener nauseas por la mañana casi todos los días, problemas anatómicos durante mi proceso de fabricación. Apenas había compañeros de clase a los que pudiese considerar amigos, aunque esto ha sido algo recurrente durante toda mi vida escolar. Los profesores dejaron de ser tan agradables como solían serlo durante preescolar. En resumidas cuentas, tengo muchos recuerdos pero apenas recuerdos buenos de mi etapa escolar temprana. Odiaba bastante ese colegio, siempre me dio la sensación de estar prisionero en una cárcel.
No me terminaba de acostumbrar a la presencia de un ser más pequeño que yo en la casa, pero poco a poco iba asimilándolo. Recuerdo la soledad de aquellos años tras el nacimiento de mi hermana, aunque imagino que es algo habitual. Creo que fue a partir de aquí cuando empecé a socializar con ciertos niños y niñas de mi bloque y barriada. Tengo especial recuerdo de una amiga con la que me pasaba las tardes y tardes jugando a tonterías varias, aunque compartíamos una afición en común; Pokémon. Ambos soñábamos con convertirnos en Maestros Pokémon. Se llamaba Estefanía y creo que era un poco más mayor que yo, aunque quizá simplemente fuese muy alta y eso me diese la sensación de que me sacaba. También recuerdo a Adalay, el hijo adoptivo de mi vecina de enfrente. Poco más. Quizá no vuelva a hablar más de Estefanía, a pesar de que fue una gran amiga de mi infancia, pero la cosa es que años después (sí, vamos a hablar del futuro, pero es más relevante ahora que luego), tras volvernos a mudar a otra cosa, me encontré con Estefanía y su madre en el médico y actuó como si nunca nos hubiésemos conocido o jugado nunca. Eso me tocó bastante la fibra sensible y desde ese momento me di cuenta de que no todo el mundo valora de igual modo las amistades.
Ya comenzaba a centrarme en mis diversas y múltiples aficiones de manera más concienzuda y a partir de aquí fue cuando comencé a encerrarme en mi habitación durante horas y horas para desarrollar mi creatividad de infinitas maneras. así que la mayoría de recuerdos que pueda tener sobre este año giran entorno a ello. Las actividades creativas que realizaba durante el día perduraban durante la noche. Siempre me iba a dormir con algún peluche o juguete, de hecho lo hice durante bastantes años, y lo seguiría haciendo si no diesen tanto calor. El caso es que al dormir siempre me imaginaba historias con esos peluches con los que dormía, historias que continuaba noche tras noche como si fuese una serie televisiva. De vez en cuando es una actividad que sigo realizando hoy en día bien para ejercitar la mente, para buscar la inspiración o para poder conciliar el sueño mejor.
Bueno, agarraos, que en 2001 vienen curvas y una odisea en el espacio.
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