Hoy, justo al despertar, al abrir la ventana de par en par, la luz del sol me golpeó en toda la cara, y permanecí ahí quieto un buen rato oyendo el cantar de los pájaros de la zona, diría que es la mejor forma de lavarse la cara por la mañana sin necesidad de agua fría. Tras eso, decidí echarme una buena siesta al sol después de comer, en el suelo de mi azotea, y así hice. Mientras paseaba el perro por primera vez en todo el día, una mariposa blanca, un tanto desorientada, se posó en mi mano, justo en la mano con la que no sujetaba la cadena del perro, se quedó ahí durante mucho tiempo, casi todo el recorrido hasta llegar a mi casa.
La segunda vez que saqué al perro, ya entrada la noche, las farolas de toda la zona estaban apagadas, no he indagado sobre la razón de ello ni me interesa, pocas veces he paseado por las calles de aquí observando un panorama urbano nocturno tan relajante y bello. Además, el cielo hoy está estrellado, bueno, quizá suela estarlo, pero es difícil fijarse en él con el cielo teñido de la horrenda luz anaranjada que desprenden las farolas.
Lo importante es... ¿por qué algunos siguen pensando mientras están tumbados en el sofá o cama de su casa, que no merece la pena nada en esta vida?
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