Veraniego

Ya queda poco del mes de agosto, penúltimo mes del verano y el más apropiado para hablar sobre lo que es un día veraniego. Olvidad todo objeto botánico que ahora miraremos a la ardiente arena y a la refrescante agua.

Un día veraniego dice ser del día rojizo, pardo y arenoso, del oasis en medio del desierto, es un día pegajoso, es buena idea calcular a qué hora salir de casa y ser prudente, el sol da buenos golpes críticos, incluso el aire toma su calor y lo manifiesta en forma de levante, no toma ninguna influencia de sus estaciones vecinas, es modesto y solitario y se vale por sí mismo, por lo que no toma nada de lluvia, frescor ni brisa de la primavera ni otoño. Tus ojos se abren por la mañana, ¿te crees valiente para aguantar las sábanas pegadas y el sudor acumulado durante toda la noche, además de toda la luz que entra por la ventana y ese olor a 34 grados? No, por lo que te levantas y dejas de sufrir en la cama, eso de quedarse en ella durante horas es sólo cosa del frío. ¿Vas a salir a mediodía?, ¿por la tarde? No te veo tan seguro de ello, ¿vas a quedarte en casa por la noche? A no ser que te guste derrochar en electricidad o agua para poder contradecir todo lo mencionado antes, no queda otra que someterse y solventar el día de manera personal como cada uno mejor puede hacer, pero siempre, de buen humor. Sólo agosto y un par de días de julio han sido así, un poco fresco este verano, ¿no?

Es un día en el cual, antes de irte a dormir, piensas... ¿qué he hecho hoy? Cuya respuesta la podrás meditar toda la noche porque el calor y un mosquito no te dejarán dormir.