Refrescante, lúcido, sorprendente, apañado, caracolizante, reflexivo, apasionado, contemplativo, pausado, frenético, colifloresco... mi mundo y yo.

Zúhmántico: Se dice de aquella persona, ser o cosa enamorada de la vida, capaz de transformar momentos y situaciones vividas en simples y exiguas palabras y con la habilidad de ver el doble sentido de toda frase, comúnmente conocidos como romanticones.

Actualmente trabajando en esto: Zúh Malheur Bonheur.

Un ser bípedo, gracioso, crítico, osado, amoroso cuando se deja, con un montón de cosas por decir y con un contenido sentido de la austeridad verbal.


20 dic 2013

Despedida

Esto llega a su fin, señores. Y primero he de excusarme por haber abandonado esto un poco, pero mi ordenador ha decidido agonizar, así que llevo unos días desconectada de todo lo que tenga que ver con ponerse frente a la pantalla de un ordenador o con Internet. Sí, nuestro querido Wi-Fi últimamente también nos trollea. Pero bueno... Todo sea por este ratito sola en el piso, apropiándome del portátil de Zúh para crear una entrada con la que despedirme de Zúhmánticos.

Tengo que decir que este año creo que he empezado a desarrollarme un poquito más como persona; y aunque haya empezado a hacerlo hace varias semanas, mi objetivo es seguir con las cosas nuevas que he comenzado a hacer. Bueno, a raíz de empezar a escribir en Zúhmánticos me picó el gusanillo y decidí crear mi propio blog. Como imaginaréis, eso se lo debo al dueño de este y es que ha sido él quien ha empujado al “escritor” que todo filólogo lleva dentro. Marta y sus circunstancias, últimamente también lo he abandonado un poco por los mismos motivos que lo he hecho con este, pero prometo que la semana que viene seguiré con él, una vez tenga mi portátil en marcha de nuevo.

También estoy intentando aprender a tocar la guitarra, y debo decir que quien más sufre mis idas de olla cuando me pongo a tocar y cantar es Zúh (qué paciencia tiene conmigo). ¡Eh! La semana pasada cumplí uno de los sueños que tengo desde hace años: meterme en el agua con un neopreno y una tabla. Esto último creo que me va a costar más trabajo que lo de la guitarra (aparte de más caro) pero todo sea por conseguir ponerme de pie y dejarme llevar. En serio, cuántas sensaciones con lo poquito que hice el primer día... No me quiero imaginar cuando mejore.

A finales de este año también he aprendido a quererme (que ya lo hacía, pero ahora más). Y es que eso de quererse a uno mismo es tan sencillo como rodearse de gente que no te impone sus reglas ni te exige según su conveniencia; sino estar en continuo movimiento con personas que aportan detalles bonitos a tu vida y tú a la de ellos. No hablo de un “hoy por ti, mañana por mí”, hablo de un “hoy por ti, mañana también y si hace falta pasado, también por ti”. Gestos tan sencillos como un abrazo de los que salen solos, un “vemo” al unísono, una película que resulta ser tan malísima que la cogemos como himno, una tarde de mosto y flamenqueo en cualquier bar del Barrio Alto donde, a causa del alcohol, asoman los sentimientos y los “te quiero aunque no lo diga nunca”, “es que sin vosotros no sé qué haría” y demás.

Aunque bueno, a base de haber aprendido a quererme, rodeándome de gente que se quiere y me quiere, también he aprendido a echar de menos. Y también a echar de más a la nostalgia. Aunque supongo que es normal echar de menos a personas con las que has compartido tantos buenos momentos: confesiones, risas, borracheras, llantos, cama, besos, intimidad, películas, peleas, reconciliaciones, meriendas, despertares, sueños, charlas interminables y momentos que son mejor olvidar aunque no se van de tu mente ni con la mejor resaca de la historia. Y no hablo de una persona en concreto, ni de las personas que se han alejado de mí este año, sino más bien es una retrospectiva que va más allá de un año y de dos.

Pero bueno, ya dejo mi reflexión sobre la vida y me voy a centrar en despedirme de aquí. Para que me recordéis voy a enumerar una serie de palabras que creo que me describen bastante bien: verde, música, alegría, indie, asertividad, Izal, elefante. Y os voy a dejar una canción perfecta para este momento. Espero que disfrutéis con ella. ¡Ha sido un placer, lectores de Zúhmánticos!

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