Marrón es un color desagradable, pero aun así es un color muy presente; es el color de la tierra, fango, barro, lodo o como más guste llamarlo, un color otoñal, seco, de los troncos, las castañas, el cuero, del pelaje, de los que nunca protagonizan ninguna historia importante, un color clásico y antiguo, un color que huele mal y no tiene textura definida, el color de los frutos secos, de la ropa, de los búhos, el café, Nesquik y Cola Cao, de sus ojos, de los sofás, caballos, roedores, de esa cosa asquerosa que expulsamos y de las galletas. Es un color profundo, penetrante y escéptico.
Es y siempre será, por su tosquedad, el color más infravalorado.
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