Casi una copia de 1996, pero con la pilila más grande, más pelo y menos remordimientos. Mi madre ya empezaba a cansarse de que estuviera todo el rato detrás de ella preguntándole. La vida fluyó en el 1997 de manera tranquila, habituándonos los tres a la nueva casa, a los vecinos, al barrio (bastante chungo) y a la vida familiar en sí.
Aunque de familiar, con un hijo como yo... poco que hablar. Aún era muy pequeño, sí, de cómics y cuentos de los hermanos Grimm no salía, pero ya empezaba lentamente a alejarme de mis padres y buscar diversiones y aficiones totalmente ajenas a ellos. Y es que jugar solo era más prioritario y educativo que con mis padres, incluso con amigos, que por aquel entonces no recuerdo si tenía o no, quién los quiere. Y si tenía, o eran de la guardería (yo no iba a la guardería, o no aún, ¿verdad?, a saber, ya leía y escribía, hacia mis necesidades solito y sabía abrir los bricks de zumo, ¿para qué ir a la guardería?) o del bloque, alguna madre que sintiese esa gran necesidad de deshacerse de su pequeño hijo durante unas horas buscándole un amigo cercano que pase de él pero tenga que aguantarlo a la fuerza quizá.
Bueno, antes de ponerme a soltar toda la tormenta de información que tengo sobre mí en ese año, cabe mencionar que hubo nacimientos que me marcarían bastante en un futuro algo lejano. Son muchos, ya que mucha gente del 97 ha interferido en mi vida, y no voy a mencionarlos, sólo voy a decir las fechas que, sintiéndolo mucho, recuerdo; 3 de enero, 1 de abril, 3 de agosto y 24 de agosto.
A ver... que no recuerdo mucho, y mi madre tampoco, que todos estos años fueron como hermanos gemelos para nuestra memoria. Me gustaba ir con poca ropa, no me gustaba el calor ya desde pequeño. Me gustaba mucho leer, sí, pero sentía una gran devoción por las guías telefónicas y los atlas, seguramente lo mencione más de una vez, pero eran dos libros que me volvían locos, y también, que no se me olvide, adoraba pintarrajear los libros o cosas que ya no servían, y añadirles mis cosas e ideas, todas válidas en mi pequeño mundo. No sabéis la de mundos que se pueden sacar de un grano de alpiste, no, jamás lo sabréis, vuestra imaginación es esa cosa que limitáis a la realidad una vez tiráis vuestra infancia a la basura. Yo la cultivé bien durante estos años y aún sigo regándola día a día, digan lo que me digan, la palabra "principios" no se llama así por casualidad. La tortuga... omitiré esta información ya que el suceso importante ocurrió en el año siguiente, digamos que la quería mucho y siempre estuve en deuda con las tortugas y todo animal que no supere el medio kilómetro por hora. Tal y como dije, creo que fue al año siguiente cuando fui a la guardería y solamente estuve un año, no era necesario, de todos modos dedicaré una futura entrada en este blog a ello. Hablando de cosas académicas, ay, los atlas... no me interesaba en absoluto aprender Geografía y países, nada de eso, era demasiado pequeño para ello, eso es para la gente que se cree inteligente solamente por memorizar muchas cosas diversas, a mí me gustaban los dibujos en sí, y las fotografías, las interpretaciones totalmente distintas que yo le daba a todo lo que veía, los reinos que dibujada sobre los continentes, los grandes monstruos que navegaban por los océanos y las distintas sociedades que convivían en una simulada armonía. De todos modos, la Geografía siempre me pareció interesante y... no, no os voy a dar ningún spoiler, sigamos. No recuerdo aún ningún juguete simbólico fuera de mi amado triciclo en el cual llevaba al catre a las titis más buenas y morenas. Los tente, playmobil, soldaditos de juguete y los animales de plástico eran los que más me gustaban. ¡Ah! Y mis cintas VHS y muñecos de Toy Story. En unos años más tarde os contaré mis pelis favoritas, ya que aún las veía sin apenas ninguna visión crítica ni selectiva.
No tenía amigos, yo era mi mejor amigo. Tengo vagos recuerdos de mi bisabuelo Perla coloreando en su casa, la verdad es que poco me acuerdo de él, creo que se encariñó él más de mí que yo de él, era muy mayor y evidentemente no estaba muy bien de la cabeza. Ya conocía a varios perros, los cuales convivían bastante alrededor de mi entorno, así que quizá debería rectificar y decir que estos sí eran mis amigos, pero sólo un poco, ya que no me hacían mucho caso. El que más recuerdo y quizá por esta fecha aún estaba, era Toby, un perro de agua que estaba en casa de mi abuela, bueno, en la azotea, nunca bajaba. Era enorme y tenía pelos hasta en la lengua. Mi padre seguía de trabajo en trabajo, la mayoría relacionados con la hostelería y mi madre aún no había buscado trabajo, pero poco le quedaba, ya que yo empezaba a dejar de ser una molestia en casa, ¡me estaba haciendo mayor!
Y nada más, yo seguía aprendiendo de la vida y nutriéndome de sus más jugosos y variados frutos, perfeccionando mis habilidades y forjando mi ser, aún necesitaba unos años más y algún que otro empujón.
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