Nadie te amará. Porque esa tersura al tacto, el aroma penetrante al acercarme a ti, el sabor de tus bocados que persiste largo tiempo, el estallido de sensaciones que me provocas con tu sola y oleaginosa presencia, la turbación de tenerte entre mis manos, de saber que serás mio y que cuando terminemos, pronto, no muy tarde, volveré a saborearte, a recorrer todos tus rincones, todos tus ángulos, a meterte en mi boca, en mis ojos...
Este romance viene de largo tiempo. Nunca nos hemos peleado. Hemos tenido épocas donde te he sido infiel, en las que busqué otras cosas que estimularan mis sentidos y debo confesarte que disfruté con esa infidelidad. Pero a pesar de esos escarceos, siempre vuelvo a ti. Y lo hago porque nunca me has defraudado, porque tu aroma, tu sabor, tu todo sigue intacto y eso me embriaga, entro en éxtasis. Los minutos contigo se hacen horas.
Tú, siempre tan apetecible, siempre tan manoseable, siempre tan violable, siempre tan caliente. Tú, siempre tú. Te amo, sándwich de pollo.
Tuyo siempre,
Boli.
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