¿Jamás os lo he contado? Claro, ¿acaso os conozco de algo para que vaya por ahí contándoos mis intimidades? ¿Qué es esto, el siglo XXI acaso? Me voy por las ramas, es muy sencillo, pero me voy a cambiar de párrafo que este acaba de dejar de gustarme.
Siempre pongo este ejemplo porque me parece el más acertado y sencillo de explicar, pero esto no quiere decir que sea esto únicamente lo que me ocurra, ahí va, os lo explico tras el punto que voy a poner a continuación porque tengo ganas de escribir uno. Imaginad que tenéis un lápiz y sois diestros, por lo que lo sujetáis con la mano derecha, demasiado obvio, ¿verdad? Podría borrarlo y volver a escribir la frase omitiendo la redundancia pero hoy me he propuesto no usar la tecla de retroceder, así que estoy escribiendo con el riesgo de equivocarme y tener que publicar esta entrada con una falta de ortografía, o peor aún, de estilo. Bueno, el segundo paso tras obtener un lápiz es un papel en blanco, o una superficie cualquiera donde puedas escribir en él, tampoco es cuestión de que todo aquel que no disponga de papel o folios en blanco en casa se sienta discriminado y tenga que dejar este pequeño experimento a medias después de haberse tragado media parrafada de cosas inservibles para su vida cotidiana, sí, gente rara, podéis escribir sobre vuestro gato o una rebanada de pan. ¿Ya lo tenemos todo? Bien, ahora apoyad el lápiz sobre el papel y trazad una línea recta y larga hacia la izquierda, fácil, ¿verdad? Ahora volved a hacerlo hacia la derecha sin soltar el lápiz, o sea, lo mismo pero al sentido contrario, fácil también, ¿verdad? Pues no, para mí este segundo paso no sería nada fácil, es más, necesitaría mucho tiempo y dedicación para poder hacerlo.
Ya notaba este problema, bueno, cualidad personal, desde una temprana edad, y desde entonces he realizado ejercicios por mi propia cuenta (sí, creo firmemente en el autoaprendizaje y me considero una persona autodidacta) tales como bailar manteniendo una perfecta simetría en todo el cuerpo, es decir, mover una mitad exactamente espejo a la otra, realizando el mismo dibujo con ambas manos entre otros que mejor no mencionar aquí, que aún estamos en horario infantil, ah... me acaban de comunicar que no, que ya estamos en la sesión golfa, pues subíos los pantalones que os voy a dejar con las ganas. La situación cotidiana en la que más noto esto y me supone más dificultad, es a la hora de recortar con tijeras o cortar algo por ambos extremos. Sí, era un niño con notazas, las mejores de la clase, pero cuando le daban unas simples tijeras, no tenía ni idea de qué hacer.
¿Seguís sin entenderlo? Mirad, si intentase escribir, explicar o leer todo esto al revés, quizá ustedes sí, pero yo, de momento, no podría.
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