Refrescante, lúcido, sorprendente, apañado, caracolizante, reflexivo, apasionado, contemplativo, pausado, frenético, colifloresco... mi mundo y yo.

Zúhmántico: Se dice de aquella persona, ser o cosa enamorada de la vida, capaz de transformar momentos y situaciones vividas en simples y exiguas palabras y con la habilidad de ver el doble sentido de toda frase, comúnmente conocidos como romanticones.

Actualmente trabajando en esto: Zúh Malheur Bonheur.

Un ser bípedo, gracioso, crítico, osado, amoroso cuando se deja, con un montón de cosas por decir y con un contenido sentido de la austeridad verbal.


10 ago 2016

Helado agridulce

No quería escribir nada de esto, es algo que cada vez encaja menos con mi estilo, pero dadas las circunstancias, no hay mejor terapia que la de escribir con la tinta de tu interior.

Hoy es 10 de agosto, una fecha más dentro del calendario, quizá para muchos sea un día el cual les brinde bonitos y vívidos recuerdos de algún tiempo pasado, o quizá para otros sea simplemente un día para olvidar. Lo que sí es cierto, es que para la gran mayoría, será un día que vendrá y tardará lo mismo en irse, un día que no inspirará muchas memorias monocromáticas. ¿Qué pasa conmigo? Pues para eso estoy aquí, para contaros mi dilema astral, mi incertidumbre ocasional, mi choque de emociones. El hecho de que ya no utilice este medio para expresar mis mayores frustraciones personales, y que, de manera general, esté dejando de usar esto, es un tema aparte (y al mismo tiempo, temporal, que decaiga toda preocupación), así que ya cubriré esos asuntos otro día.

Esto es solo un modelo de respuesta polar al hecho de que no sé cómo responder al día de hoy, por muy redundante que parezca. No intento describir una batalla interna, ni mucho menos. No hay elementos binarios que tomen las riendas o tengan privilegios sobre otros. En cierto modo, podríamos considerar que son polos opuestos obligados a convivir en un mismo cuerpo durante veinticuatro extensas horas, moléculas complementarias, que condimentan los recuerdos y les aporta un sabor distintivo y único a cada uno. Este sabor prematuro que noto en mi paladar me obliga a esbozar una media sonrisa y a derramar una lágrima seca de un solo ojo. 

Hace unos años, como bien muchos sabéis, una bolita blanca y esponjosa hecha de amor y lealtad decidió dejar de sufrir en este mundo para seguir dando paso a nuevas y futuras vidas. Fue justamente un día fechado como hoy. Sentí que una parte de mi se iba con él, una parte que jamás me devolvería. Tomó prestado un trozo de mi corazón para abrigarse y no pasar frío allá donde fuese. Si bien es un hecho y una tragedia que compartimos todos aquellos que alguna vez tuvimos una mascota que decidió abandonarnos, en mi caso me sirvió para comprender uno de los mayores sentidos de la vida, el cual no os voy a desvelar, siempre es mejor que lo descubráis vosotros por vuestra propia cuenta cuando estéis preparados. El hecho de volcar tu vida sobre otro ser, agradeciendo la más mínima gratificación que nos pueda dar, será siempre recompensado por la satisfacción eterna de haber cumplido con éxito la labor de haber hecho feliz a quien ya no está con nosotros. Cuando un cadáver atisba una sonrisa, siempre debemos pensar a quién va dirigida.

Del mismo modo, justamente un año antes a este suceso conocí a la persona por la que aún a día de hoy pierdo la cabeza. Si la mejor forma que ha encontrado el ser humano durante miles de años de existencia de llamar a esto es amor, no tendría miedo de decir que estoy plenamente enamorado, pero como no soy nada convencional, creo que el decir que prefiero seguir teniéndolo cerca le servirá mucho mejor para comprenderlo. Para el resto de mortales, sí, es amor, o berenjena, lo mismo es. Cada vez que llega este día solemos hacer chistes y comentarlo durante unos minutos, acto seguido volvemos a la realidad y a la comodidad de un día normal. No es un aniversario, ni mucho menos, no me voy a poner aquí a explicar por qué odio celebrar fechas puntuales, por muy contradictorio que parezca. Esto es solamente un recordatorio de que por mucho que cambien las cosas, y, afortunadamente, para nosotros siempre han cambiado para mejor, seguimos siendo los mismos que estaban nerviosos y a la vez ansiosos minutos antes de conocernos el uno al otro, sin ninguna idea remota de todo lo que nos iba a venir encima. Un impulso para seguir estando como estamos ahora; felices.  

Recuerdo que cuando llegué a casa, la misma noche en la que mi amiguito se fue, venía de rememorar y revivir la primera noche en la que esta personita especial y yo nos conocimos. Todo ocurrió el mismo día, y aquí solamente he intentado transmitiros una pequeña porción del sabor agridulce que tuve ese mismo día al irme a dormir. Aunque si os soy sincero, si tuviese que elegir cuál de los dos hechos me hace más fuerte, entraría en un bucle infinito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario