Refrescante, lúcido, sorprendente, apañado, caracolizante, reflexivo, apasionado, contemplativo, pausado, frenético, colifloresco... mi mundo y yo.

Zúhmántico: Se dice de aquella persona, ser o cosa enamorada de la vida, capaz de transformar momentos y situaciones vividas en simples y exiguas palabras y con la habilidad de ver el doble sentido de toda frase, comúnmente conocidos como romanticones.

Actualmente trabajando en esto: Zúh Malheur Bonheur.

Un ser bípedo, gracioso, crítico, osado, amoroso cuando se deja, con un montón de cosas por decir y con un contenido sentido de la austeridad verbal.


7 nov 2013

No merece la pena

Que no, que la vida no tiene sentido si es fácil. Pero tampoco es sano tanta dificultad, así de sopetón. No sé qué va a salir de lo que empiece a escribir (y que conste que lo estoy escribiendo en un Word de antemano) así que lo que salga salió y si me arrepiento, le diré a Zúh que no me sentía inspirada y terminé por escribir nada. 

Joder, qué razón eso de que un buen poeta/escritor/cantautor mejora cuando pasa una mala etapa. Sin embargo, en este caso, alguien que nunca ha escrito se acaba de sentar frente a la pantalla del ordenador para ver qué sale de su cabeza. Demasiadas cosas: ideas, reflexiones, injusticias, rabia, pena, enfado, sumisión, amistad... Todas enmarañadas y ninguna por encima de otra. Bueno, si acaso a ratos alguna asoma más fuerte que las demás. ¿Qué valor tiene un amigo cuando sientes que te ha traicionado? ¿Qué valor tiene la palabra amistad cuando un amigo te pone entre la espada y la pared? ¿Qué valor tiene la palabra amigo cuando no está a tu lado cuando lo necesitas?

Amistad es un concepto vacío. Cada uno le da el valor que cree que se merece dependiendo de la persona a quien se le aplique esa palabra. Un amigo no debe traicionarte nunca, pero, ¿y si, por el mero hecho de no querer traicionarte a ti, traiciona a sus principios y/o a otro amigo? Ahí entran en juego más factores, casi todos ajenos a ti y ajenos entre ellos. Es más fácil mirar por ti, pensar en uno mismo y en lo que te hace bien a ti, que en los demás. Nos cuesta mucho trabajo mirar fuera de nuestro ombligo y cuando lo hacemos, la mayor parte de las veces no nos gusta lo que vemos y volvemos a meternos en nuestra coraza. Pero si todos hiciéramos eso no existirían las relaciones humanas. Somos conexiones de momentos, abrazos, lloros, besos, peleas, fotos, paseos, cenas, películas... Y todo esto es mejor en compañía. Se menosprecian los buenos momentos y pesan más las malas (o no tan buenas) acciones. Y eso termina acabando con las conexiones y, por tanto, acaba con nosotros. ¿Qué merece más la pena: alejarse de los buenos momentos y perder esas conexiones o alejarse de lo malo y reforzarlas? Yo me apoyo en lo segundo y es que, ya lo dije una vez, al fin y al cabo siempre es mejor quedarse con lo bueno de cada persona y experiencia.

No es un paso atrás perdonar errores ni pedir perdón, si no un paso más de vida. Somos nosotros mismos gracias a los demás. Y sin nadie a nuestro alrededor no habríamos llegado a ningún sitio. Nunca sobra nadie en la vida de alguien, porque todos somos pequeñas piezas de un gran puzle. Todos estamos conectados entre nosotros y si falla alguno, fallan los demás y, claro, acabas por fallar tú. ¿Merece la pena?

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